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La oficina siniestra

Más de ruidos

         El pasado 30 de marzo expuse en un post lo que me había ocurrido en relación a unos ruidos que producía el vecino de al lado. Como dije aquella historia de ruidos acabó con el acompañamiento que hice hasta el cementerio del ataúd de aque vecino… ¡o eso supuse yo!

         Aquella noche me acosté pronto, quería disfrutar de la primera noche sin ruidos en mucho tiempo, pero a las seis de la mañana el clic-clic que ya tan bien conocía me despertó.  Pero había una diferencia si antes me despertaba molesto y enfadado, ahora lo hacía aterrorizado. ¿Cómo era posible escucharlos de nuevo? Era como si mi vecino se hubiera enfadado conmigo y hubiera vuelto del más allá a ocuparse de esta especial venganza. Sí, ya sé que suena a locura, pero a esas horas y cuando la mente está, en cierta medida, dañada por una obsesión, les aseguro que no es raro pensar eso sino cosas peores.  Me incorporé en la cama y el clic-clic sonaba claro y rotundo.

           No quise comentar nada de aquello a nadie, no era bueno que el jefe de la oficina empezara a tener fama de que no andaba bien del coco, pero sí me fui a un pueblo cercano donde sabía que había una vidente a la que fui a consultar mi problema. Ella, tras echarme las cartas, me vino a decir lo que yo pensaba, el espíritu de mi vecino por alguna extraña razón no quería descansar definitivamente sin darme un poco la lata. Y me mandó una especie de ungüento para que, según ella, untando la pared de comunicación no dejara pasar aquellos ruidos provenientes de un espíritu tan inquieto. El único peso que me quité de encima tras esta consulta fue el de los 150 € que le tuve que darle por la entrevista y el ungüento. Lo di a las paredes con una espátula y aquello olía a perros muertos y me dispuse a dormir…hasta que a las 6 una vez los ruidos iniciaron su habitual concierto. Para colmo no podía devolver el ungüento porque la ladina de la vidente me advirtió que no aseguraba su funcionamiento si era un espíritu muy poderoso.

Así que todo siguió igual durante una semana, salvo mi ánimo que iba en franco declive. Un día, desesperado, en que me desperté poco antes de las seis me asomé a la ventana a tomar el aire y fue cuando vi que paró debajo de casa Gabino, el policía local del pueblo, aparcó el coche oficial y se dirigió a la casa de enfrente que era donde vivía Marcela la viuda, quien le esperaba asomada en la ventana. Al momento se corrieron las cortinas de las ventanas y empezó el clic-clic que ya conocía. A la media hora salía Gabino de nuevo hacia el coche, abotonándose y colocándose la pistola en su sitio. Y, entonces, lo entendí todo. A las 6 de la mañana terminaba la ronda de Gabino y todos los días venía a “consolar” a Marcela. El clic-clic que yo escuchaba no era de la casa de al lado sino el de la cama de Marcela que se agitaba por el tandem Gabino-Marcela.

       Esa tarde me encontré con Gabino por la calle, y le comenté que alguien me había dicho que como viera detenerse su coche en mi calle otro día a las seis de la mañana, iba a sonar el teléfono de su casa y despertaría a su mujer. Su cara quedó lívida y me agradeció que lo avisara. Nunca más volví a escuchar aquel terrible clic-clic y desde entonces duermo como un bendito.

3 comentarios

sol -

ponga un adivino en su vida, le sacará los cuartos y le hará sentirse \"especial\". El click click me resulta poco \"escandaloso\", el tándem sería discreto de más o apasionado de menos.

Clooney -

Si que tienes el sueño ligero... estas en todos los dimes y diretes del pueblo!

abril -

Mira, todo tenia una explicacion, yo pensaba que era la tal Marcela, que se afeitaba de buena mañana.
Niño,tu pueblo sera pequeño, pero no os aburris.
Mil besos.