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La oficina siniestra

Un ruido molesto

           A pesar de vivir en este perdido pueblo mesetario, la globalización ha llegado hasta aquí y ha acabado con aquellas sólidas casas de pueblo, convirtiendo el paisaje urbano en los mismos pisos en cualquier parte de la geografía peninsular con las mismas carencias de construcción.  Mi piso un segundo de una casa de tres pisos tiene un enorme problema de insonorización. Se escucha una tos y puede ser, incluso, de dos bloques más allá.

 

           Pegado al mío construyeron uno y pronto noté que se habitaban porque podía seguir la mudanza sonoramente desde mi salón. Lo peor fue una mañana, yo me suelo levantar temprano, poco antes de las siete, pero aquel día un clic-clic me despertó a las seis en punto, escuchaba a lo lejos las noticias de Radio Nacional de España pero mucho más cerca ese ruido. Al poco se calló pero unos  minutos más tardes fue sustituido por un grifo y clic-clic. Otro silencio y repetición de ruidos que ya me espabiló del todo. Después de prestar atención me di cuenta lo que era, el fulano de la casa de al lado se estaba afeitando a esas horas al otro lado de la pared, tras la cabecera de mi cama. ¡Vaya ocurrencias! Yo ya tenía cierta experiencia en afeitarme y no entendía que para hacerlo tuviera que abrir y cerrar el grifo doce veces acompañado con el ritmo de la cuchilla de afeitar sobre el lavabo.  Aquel despertar súbito me hizo estar somnoliento en la oficina y soltarle alguna mala contestación a Olga. Pero lo peor fue al día siguiente a las seis en punto la repetición de todo aquel ritual. Y aún peor los siete días siguientes, incluidos sábado y domingo, en que se repetía aquel ruidoso ritual y mi espabilamiento matutino empezaba a flaquear. Yo no pude aguantar más y me fui a casa de mi vecino. Me abrió la puerta una señora muy amable que me presentó a su marido un hombre gordo, gigantesco ya jubilado y malencarado, porque cuando le conté mi problema la única solución que me dio es que me pusiera tapones en las orejas, que él llevaba toda la vida levantándose a esas horas, en que se afeitaba y se iba a la calle a caminar y no iba a cambiar ahora por que me molestara, aparte de que él en su casa hacía lo que le daba la gana. Así que de allí a la farmacia a comprarme tapones de cera que me molestaban los oídos y que sólo a duras penas mitigaban ese ruido mañanero.

 

      Así aguanté varias semanas, hasta que un día, sorprendentemente, me desperté a las siete sin que me hubiera enterado de aquel molesto ruido. Ese mismo día en la oficina llegó mi simpática vecina con cara apenada, pero no pareció recordarme, a que le diera los papeles para la viudedad, le dí el pésame cosa que ella me agradeció. No quiero ser malo, pero me pareció sentir un ligero alivio de no volver a escuchar aquel ruido. Aquella noche cuando me acosté lo hice con un relajamiento desusado, descansé mucho mejor hasta.... las seis! De nuevo el clic-clic, pero ¿cómo era posible? El inconfundible ruido contra el lavabo, ¿habría venido desde la tumba a castigar por ese alivio que había sentido por su desaparición? Pero lo más sorprendente fue cuando asomado a la ventana vi salir a mi vecina de negro del brazo de su malencarado marido.No entendía nada, hasta que aquella mañana en la oficina tras el desayuno en la cafetería de Marcela vi algo que me siguió sorprendiendo. Confieso que me tomé una copa de coñac a ver si me animaba, pero eso no fue lo suficiente como para que viera doble. Allí tenía a mi vecina multiplicada por dos de negro riguroso, venía a entregar la viudedad...pero la que venía con ella era su hermana gemela a quien se le había muerto un par de días antes su marido. ¡Ahora lo comprendí todo! Yo había matado "virtualmente" a su marido.

      Siguieron los ruidos, pero aquel vecino malencarado tenía un corazón muy débil, le tenía mucho cariño a su cuñado, era su compañero de paseos y quince días después también le acompañó en su camino a la tumba. De nuevo estuvieron las dos gemelas a arreglar la otra viudedad, pero esta vez me mentalicé para que no me entrara el alivio. Aquella noche me acosté aunque algo escamado...y a las seis: clic-clic...pero esa es ya otra historia.

1 comentario

abril -

Ay, los vecinos y sus ruidos, te invito a que entres en mi blog, y leas el post titulado \"aqui damos por culo\", yo lo tengo mas dificil que tu, tengo que matar \"virtualmente\" a mas de uno, lee,lee y consuelate.
Mil besos.