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La oficina siniestra

La visita del Director General (1)

     Uno de los acontecimientos más importantes de este año ha sido la visita del Director General a nuestra oficina. Quince días antes tuve el aviso y, unos días después, la visita del Director Provincial para darme las instrucciones pertinentes sobre dicha visita. Revisó toda la oficina, a excepción del cuarto oscuro que como estaba cerrado con la llave que guardaba celosamente Alberto pasó de largo, con una lupa y mandó que se pintaran todas las paredes, algo que yo llevaba pidiendo sin que se me hiciera el menor caso desde hacía 5 años. Siempre me ha llamado la atención eso, algo similar ocurría en el servicio militar con la visita de un general, ello es motivo para remozar todo y dar una imagen a esa “alta personalidad” de que esto es muy bonito e idílico, cuando lo que tenían que hacer estos señor@s es visitar de improviso para ver una realidad no maquillada.

            Al fin llegó el “esperado” día. A las 8 de la mañana ya me llamó el Director Provincial a ver si todo estaba convenientemente preparado. Notaba cierto nerviosismo en su voz, como si en esa visita le fuera su puesto directivo, y en realidad era así. Todo el mundo estaba en sus puestos,…menos Eduardo que nadie sabía por qué no había venido. Alberto había traído un uniforme con galones dorados, que nunca le había visto, y que parecía proceder de la época de aquellos veleros del siglo XVIII, un gran olor a naftalina lo rodeaba. A Olga se le notaba su peinado de peluquería, una densa capa de maquillaje la cubría en lo poco que dejaba al descubierto ya que venía embutida en un abrigo negro de visón que no se había quitado. Permanecía frente a su ordenador dándose las últimas pinceladas a las uñas, el olor a acetona se mezclaba con el de su colonia Channel aunque no el nº 5, imagino que sería el 8 ó 9, aunque no entiendo demasiado de perfumes. Yo estaba con mi traje de bodas, sí no me he equivocado soy “single” pero tengo un traje de bodas, con el que acudo a las bodas pero el de los demás. Un traje de color crudo con corbata roja, que me sirve lo mismo para el verano que para el invierno.

            Como sé que estas visitas pueden alargarse en el tiempo, preferí adelantar mi hora de desayuno para que el estómago no estuviera chirriando de hambre. ¡Y ese fue mi error! Fui a la cafetería de enfrente y con el café se me antojó un gigantesco pastel que rezumaba merengue por todos lados, tanto que fue morderlo y un amplio chorreón cayó sobre mi flamante traje. Tras mojar y frotar la mancha, un grande y resultante lamparón de más de 8 cm destacaba sobre mi pecho. ¿Y ahora que hacía yo? No tuve mucho tiempo de pensar, pues allá estaba Alberto con sus galones avisándome que el sacristán desde el torreón de la iglesia le había dado un toque al móvil lo que significaba que el coche del Director General se estaba acercando.

            Subí corriendo a mi despacho, lo único que se me ocurrió fue tomar una carpeta negra que había en la mesa, y colocármela en la mano tapando la mancha. Mientras pude observar por la ventana como Alberto abría la puerta del coche, un BMW azul marino que se había detenido en la plaza. Allí estaba el alcalde, del mismo partido político que el Director General, que lo saludó efusivamente mientras la banda municipal, compuesta por cuatro trompetas, un tambor y un flautín, ornaba aquel instante al ritmo de “Paquito el Chocolatero”, creo que es lo único que saben tocar. Lo mismo lo tocan en las verbenas que en los entierros, lo que siempre me ha resultado algo chocante.  Bajé las escaleras con la carpeta negra en la mano convenientemente  colocada, mientras me cruzaba en ese momento con Eduardo que acababa de llegar repeinado con la raya en medio humedecida por pachuli del barato. Me sacó la funda de las gafas del bolsillo para indicarme, ¡qué raro!, que había llegado tarde porque tuvo que volverse a a casa para recoger las gafas.

2 comentarios

Clooney -

Pero de qué época estas hablando con eso de la banda de música? me suena a película de Berlanga.. pero de los años 40 o 50... A ver la visita del DG

Olga -

Para ese lamparón lo mejor era que te hubieras colgado una medalla o si no ¿por qué te crees que llevan ellos tantas colgadas? son para tapar los lamparones de grasa.
Saludos