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La oficina siniestra

Los clientes

   Si algo hay esencial en mi trabajo, cosa que tengo muy clara, son los clientes. Hace unos años hice unos cursos de atención al público en la que aparte de la formación y técnicas de información salí con el concepto de "cliente", es decir de un ciudadano que, en principio tiene razón, lo malo es que algunos se lo creen demasiado.

   En mi oficina el 80% del trabajo es la atención al público y el resto tramitación de papeles. Recuerdo la primera vez que me puse ante un ciudadano que se me acercaba a preguntarme en la oficina, tenía la sensación como si se acercara un panzer que pudiera arrasarme y dejarme planchado sobre el suelo. Además conocía la información por otros compañeros y sabía que aquello no era como una oficina de la Agencia Tributaria, donde cuando se entra uno llega invadido por un cierto temor reverencial, quizás con el secreto miedo de que descubran algo que no hemos declarado. Aquí en cambio, todo el que viene, lo hace imponiendo sus derechos y necesidades y, en la mayoría de los casos, con suma urgencia. Ello implica para el informador una doble exigencia la de la persona de enfrente que le exige y la de los compañeros de arriba que son los que tramitan acaso no con toda la celeridad del mundo. Lo malo que los gritos o insultos, muchas veces, con toda la razón del mundo sólo le llegan al informador que lo único que pone es la cara.

  La formación y sobre todo la experiencia hacen que no solo no tema sino que disfruto informando y si el tema es complejo y retorcido mucho más. Esta experiencia de tantos años ha hecho que en un elevado número de casos por el aspecto del que se acerca hasta mi mesa pueda determinar, con un leve margen de error, lo que va a solicitar y tramitar. Al poco de incorporarse Olga, con cierta presunción por mi parte, le hice este mismo comentario y se lo estuve demostrando:

-¿Ves esa señora de negro que se acerca con su hija? Viene a solicitar una viudedad.

-Ese del brazo en cabestrillo, con un papel azul en la mano, trae la baja médica para solicitar una Incapacidad Temporal.

-Ese matrimonio con el niño recién nacido, vienen a incluirlo en la cartilla del médico.

-Ese que entra mirando al techo y las paredes, ese se ha equivocado de oficina.

   Y, efectivamente, fui acertando todos los casos ante la mirada sorprendida y admirada de Olga. En este caso apareció un joven de aspecto distinguido con un maletín. ¿Y éste?-me dijo Olga. Este seguro que es un abogado, mira la forma que tiene de andar, el maletín no engaña. Ya verás-le contesté.

 -¿Qué desea?-  le pregunté.

-Hola me sonrió amablemente soy de la empresa antiplagas que vengo a revisar las oficinas.

  Para disimular mi sonrojo ante Olga, me encerré en mi despacho y le dije a Alberto que lo atendiera.

7 comentarios

abril -

Si yo te diera la de gente que he adivinado quien era y a que venia, ni te lo creias, pero es que mi despacho es una pecera y yo soy una sardinilla muy observadora.
reconocozco, que alguna vez falle, pero pocas.
Mil besos.

Sil -

Olga la del relato? jajaja, quien atiende público sin duda que comienza a saber de que vienen, verdad? me gusta tu casa ;)

Olga -

No todo el mundo es lo que parece ni parece lo que es.
Saludos

white -

Bueno puesta al día en tu micromaximundo que iré visitando a menudo, me gusta tu estilo y las vivencias (reales o ficticias) son excelentes para ser contadas.
Saluditos desde otro pueblo o a lo mejor es el mismo (no, no es el mismo)

white -

Gracias por tu visita.
Lo de la adivinación es así, no siempre se acierta, si no uno sería Dios.

Clooney -

Glups! "laberinto burocrático" quise decir... tambien hay cierto laberinto democrático, pero no es el caso. Perdón!

Clooney -

A mí tambien me gusta atender al público, pero sin avasallamientos... Es agradable la sensación cuando has ayudado a alguien a orientarse en el laberinto democrático... Me encanta tu estilo, sencillo pero con su punta de ironía, que hace que lo leas con una sonrisa en los labios. Gracias!